- Cap. Al-faro.
CdMx. Monumental Plaza de Toros México, se lidio el último festejo de los cinco programados por la empresa, tres novilladas y dos corridas, todas con resultados importantes. Para el último festejo se anunció un gran cartel dos diestros hispanos y dos mexicanos con astados de importantes ganaderías mexicanas. A las doce del día se abrió la puerta del encierro para permitir la entrada de los aficionados que deseaban presenciar el sorteo de los astados, ese acto tardo más de lo acostumbrado, los apoderados de los toreros no se ponían de acuerdo en la forma de armar los lotes de los astados hasta que por fin se logró.
Para entrar a la parte alta de los corrales de la plaza se mantuvo estricto control y solo ingreso un limitado grupo de aficionados.
Para entrar a la plaza se formaron largas filas de aficionados, en las arenas del ruedo de la plaza se dibujó la silueta de la virgen de Guadalupe, a la hora indicada, se partió plaza, con la banda de guerra de la Secretaria de Seguridad Ciudadana y una escolta con la bandera mexicana.
Se rindió un minuto de aplausos en memoria del picador Benigno González y Vicente Fernández, recién fallecidos, después se interpretó el ave maría, el Canto a la Bandera y el Himno Nacional Mexicano.
De la corrida de toros es posible decir se dividió en tres tiempos, antes del quinto toro, el quinto y después del quinto toro. Al inicio de la nota se dijo la corrida de toros vivio tres momentos y esos fueron : el primer momento del primero al cuarto toro, donde se esperaba surgiera la faena esplendida que no llego; el segundo momento: la locura y el extaxisis taurino vivido durante el quinto toro, donde se acabo la energia taurina de los aficionados y del sexto al octavo toro el tercer momento donde casi todo fue intrascendente.
Abrió plaza Diego San Román, que vistió un terno blanco y oro, para lidiar a los astados llamados “Cumplido”, negro bragado, cornivuelto, paliabierto de 533 Kg, de Bernaldo de Quirós, al que tras una buena faena pierde los apéndices por pinchar, solo saluda desde el tercio.
Con el cierra plaza, “Pozo de luna”, negro bragado, meano, cornivuelto, de Fernando de la Mora, al que realiza discreta faena y corta una oreja.
Morante de la Puebla, porto un terno negro y oro, con sus astados llamados “Alcalde”, cárdeno bragado, meano con 592 kg, de la ganadería de Fernando de la Mora y “Devoto”, cárdeno bragado, de la ganadería de Bernaldo de Quirós con 570 kg, con los cuales solo realizo discretas faenas sin entusiasmar a la concurrencia y quedando a deber a la afición.
Diego Silveti, con un terno azul pavo y oro, lidio a los astados llamados: “Cumplido”, negro bragado, con 533 kg, de la ganadería de Fernando de la Mora al que con una faena derechista y una estocada caída, el juez le obsequia una oreja e “Inolvidable”, cárdeno nevado, bragado mano con 533 Kg, de la ganadería Bernaldo de Quirós, al que le realiza una faena sin trasmisión, al final de ella se retira en silencio.
Antonio Ferrera, de verde botella y oro, lidio a su primer astado llamado: “Caudillo”, negro zaino con 592 kg, de la ganadería de Fernando de la Mora, realiza estupenda brega, lleva al toro a l caballo con excelentes mandiles, con la muleta el toro no admite adornos y realiza faena dura pero emotiva,
Traza los derechazos, con el acero señala una estocada caída, de efectos fulminantes, sale a a saludar al tercio. Con su segundo astado llamado “Misterio”, negro meano, tras darle algunos capotazos se da cuenta que tiene un defecto visual y no ve del ojo izquierdo solicita el cambio del toro, al igual que los aficionados, el juez se tarda en conceder el cambio del toro, sale “Ayate” con 585 kg, de la ganadería de Bernaldo de Quirós, que de salida salta callejón, al salir nuevamente al ruedo, ferrera lo recibe con verónicas lentas, lentísimas y toreras que hacen que ruja el coloso de la colonia nochebuena con el ole, solicita permiso al Juez de Plaza, para picar a su toro, al bajar del caballo, traza las chiquelinas con el ole hasta el cielo, solicita nuevamente el permiso a la autoridad para ejecutar el segundo terco, el cual lo realiza con excelencia, mientras el ole se escucha hasta el reloj, al término del segundo tercio da la vuelta al ruedo. Con la muleta traza derechazos, adornos, naturales, entre el ole y los gritos de torero, torero, cambia el ayudado por el acero, la afición solicita el indulto, Ferrera, monta el acero y deja una estocada fulminante, el toro cae, neva en el coloso, la afición solicita los máximos trofeos pero el Juez solo concede dos orejas, con las cuales da dos vueltas al ruedo. Al final del festejo sale en hombros de los aficionados.
El banderillero Juan Ramón Saldaña, al salir de un par de banderillas durante el cuarto astado sale perseguido y al intentar entrar al burladero de matadores, el toro le pega con el pitón en la pierna izquierda es trasladado a la enfermería de la plaza donde se le diagnostica una fractura en la pierna izquierda.
El Juez Enrique Brown, nuevamente se deja ver, concede a Silveti una inmerecida oreja, permite que aunque el reglamento taurino no lo impida, que Ferrera se suba al caballo a picar su toro y finalmente le roba el bien ganado rabo al torero hispano. Urge un cambio generacional en el palco de la autoridad.