Los de abajo

David Chamorro Zarco
Cronista Municipal
Nuevamente deseo utilizar este espacio para sugerir a los amables lectores la consideración de uno de los libros más conocidos de la novela de la Revolución. Acaso se trate del más famoso, lo mismo por la sencillez de su trama que por la brevedad de su volumen y, ante todo, porque nos permite conocer de cuerpo entero las aspiraciones, pensamientos, hechos, frustraciones y desviaciones de un revolucionario típico. Se trata de Los de abajo, escrito por Don Mariano Azuela, a la sazón médico que ejerció entre las tropas villistas durante la vida activa de la División del Norte.
Como bien sabemos, la Revolución Mexicana estalló de manera formal el 20 de noviembre de 1910, aunque un par de días antes había tenido lugar la caída de los hermanos Serdán en Puebla, y también desde mayo de ese mismo año de 1910, las fuerzas de Juan Cuamatzi habían iniciado las refriegas desde lo alto de la Matlalcuéyetl, en Tlaxcala.
La Historia de Los de abajo centra su atención en un campesino típico, sin educación, con apenas un pedazo de tierra para cultivar y que, por azares del destino, es objeto de diversos abusos de parte de un cacique local que llega incluso a asesinar a su esposa y a su hijo y a incendiarle la casa. Por eso a Demetrio Macías no le queda más remedio que unirse a la bola, que irse a la Revolución, aunque en un primer momento no sepa bien a bien de qué se trata la lucha. Se confunde con el nombre de los líderes y protagonistas; no sabe diferencias entre las aristas ideológicas; no alcanza a ver el tamaño del conflicto que se ha iniciado y el rumbo que puede llegar a tener.
Demetrio Macías sabe en el fondo de su corazón que se metió a la Revolución porque no le quedaba de otra, porque no tenía nada más que hacer en su tierra y porque, quizá, de esta manera algún día podría tomar venganza de quien le había arrebatado su felicidad y su paz.
En compañía de sus primeros seguidores —El Mantecas, La Codorniz, Anastasio Montañés, Venancio, Pancracio, principalmente— se va abriendo camino con lentitud. Tiene la gran ventaja de que es un hombre muy valiente y con una excelente puntería. Los rifles 30-30 y los máuseres son los predilectos para hacer volar por los aires, a una distancia muy considerable, a los pelones federales que, sin atinar apenas a saber de dónde había venido el disparó, corrían despavoridos como conejos ante una jauría, tratando de poner a salvo su pellejo.
No falta el General que se fija en la destreza de Demetrio Macías y, queriendo tener un aliado diestro, le concede las primeras insignias sobre el sombrero que, aunque el hombre no comprende del todo, sí sabe que significan autoridad, que ya no es como los demás, que tiene deferencia y consideración frente a los jefes y frente a la tropa.
Luis Cervantes es un personaje medianamente ilustrado, que se da aires de periodista e intelectual. Aunque sus conocimientos no son muy profundos, sí superan la perspectiva rudimentaria de Demetrio Macías y por eso se convierte en su consejero y va orientando su criterio. Le explica los fundamentos de la política, las alianzas, los enfrentamientos, los acuerdos y las rupturas que se van dando a lo largo de la Revolución y con ello el caudillo tiene una mejor vista de los acontecimientos.
Del lado de personajes mucho más tópicos como El Güero Margarito o La Pintada, se narra la historia de la llegada, ocupación y pillaje que se daba en los pueblos que iban ocupando los revolucionarios. Recuerdo una escena muy vistosa, por lo significativa, en donde hay una casona que posee una enorme biblioteca y los hombres hambrientos, se ponen a cocer elotes atizando el fogón con las hojas desprendidas sin piedad a los volúmenes.
Durante algún tiempo Demetrio Macías y los suyos son la ley en diversas zonas, pero conforme van pasando los acontecimientos, las circunstancias se van tornando difíciles, a veces hasta impredecibles. Macias sabe que los jefes se reúnen en una convención de donde debían salir algunos acuerdos fundamentales, pero en realidad lo que resultó fueron más diferencias y francos enfrentamientos.
Demetrio Macías va mirando como los grandes líderes de la Revolución van cayendo, como las alianzas del pasado se van difuminando y, a pesar de los consejo e Luis Cervantes de volver a su tierra lo más pronto posible y recuperar sus propiedades y su estilo de vida, Demetrio sabe que no puede volver a su vida inicial. Eso sí, llega la feliz ocasión para él de tomar venganza de Don Mónico, quién le privara de su felicidad inicial. Un día buscan a Luis Cervantes y se dan cuenta de que se fue. Poco tiempo después se enteran de que ahora vivía en El Paso Texas, habiendo sacado muy buen provecho de la Revolución.
Los fieles a Demetrio Macías siguen vagando, como hojas que arrastra el viento, viviendo del pillaje y el robo. Ahora son despreciados y aborrecidos por la gente. El líder revolucionario, asido a su rifle 30-30 no alcanza a entender qué fue lo que pasó, cuándo sucedió o por qué las cosas son ahora así. Sólo atina a reflexionar, casi al final de la historia, que al igual que una piedra que es lanzada al precipicio, con los revolucionarios no hay otro camino que caer, caer y seguir cayendo.
De entre todas las obras y noveles que se produjeron durante la Revolución y con posterioridad al proceso histórico, Los de abajo es una de las más apreciadas. Originalmente fue publicada por entregas, allá por 1916 hasta que, años después, con la benevolencia del Fondo de Cultura Económica, el autor hiso algunas correcciones ligeras y el libro tomó su forma definitiva. Cabe mencionar que Los de abajo ha sido una obra llevada al cine e incluso adaptada como radio novela. De esta manera, si alguien desea asomarse al fabuloso mundo de la Revolución Mexicana, una de las mejores ventanas que puede utilizar es esta obra del médico Mariano Asuela. Les aseguro que, de la mano de Demetrio Macias y su gente, además de pasar un rato muy ameno, terminarán reflexionando con seriedad y profundidad acerca de este proceso histórico, al que llamamos la Revolución Mexicana, lleno de mitos, de imprecisiones y de recuerdos que han quedado grabados de manera muy honda en la memoria colectiva de nuestros pueblos.
¡Caminemos Juntos!

Relacionados

Juan Rulfo, una experiencia única

David Chamorro Zarco Cronista Municipal Nuevamente me atrevo a sugerir a...

Conmemoran el Día del Socorrista en Yauhquemehcan

Con el objetivo de reconocer y agradecer la...