David Chamorro Zarco
Cronista Municipal
Los hombres y las mujeres que desarrollan la labor de cronistas han emprendido, teniendo como marco referencial las sesiones ordinarias del Consejo de Cronistas del Estado de Tlaxcala, un amplio recorrido por toda la geografía de la entidad, en un afán de conocer con mayor y mejor detalle de profundidad los detalles de esta cultura que durante siglos ha sido tan singular.
Llegar en esta ocasión, el viernes 25 de julio, al rincón más occidental de la entidad, fue una experiencia por demás enriquecedora, no sólo para constatar el interés que ha puesto la persona del Presidente Municipal, el ingeniero José Manuel Jiménez del Razo, en el rescate integral y promoción de la historia local, sino en actos verdaderamente trascendentales como la construcción de un espacio físico que dentro de algunos meses albergará todo el acervo del archivo histórico de la comunidad, garantizando que el testimonio del pasado quede a buen resguardo.
Eb el bello espacio físico que nos brindó el claustro del Sistema Municipal DIF de Calpulalpan —a cuya titular, la C. P. María Isabel Patricia del Razo Blancas es necesario agradecer ampliamente su calidad de gran anfitriona y de amabilidad, lo mismo que a su dilecto equipo de trabajo—, hubo la oportunidad de escuchar con gran atención y mucha admiración, las palabras disertadas por la Maestra Paola Muñoz Jiménez quien, en una apretada pero muy estructurada síntesis de acontecimientos, expuso a las y los cronistas asistentes el devenir de la región llamada hoy Calpulalpan desde al menos los finales del horizonte preclásico y el inicio del devenir del período clásico, en su magnífica coincidencia con la Ciudad a la que llamamos Teotihuacan, atracción de todo desarrollo y núcleo de Mesoamérica durante varios siglos.
En el marco de esta reunión en donde de manera constante se hacía remembranza al pasado, flotaba, fresca y muy vigente, la memoria del Maestro Alejandro Martínez Contreras, quien durante muchos años hizo una gran labor como Cronista Municipal, siempre investigando, inquiriendo y rescatando piezas sin las cuales hoy será más difícil la comprensión de nuestro pasado.
Naturalmente, la maestra Paola Muñoz, haciendo gala de una magnífica memoria que habla mucho acerca de años de estudio y dedicación al pasado de Calpulalpan, fue detallando algunos aspectos de los siglos previos a la llegada de los europeos a la región, dejando en claro que el pueblo acolhua fue el preponderante en la zona, debido a su cercanía con el reino de Texcoco, cuya sola mención hace girar la mirada hacia la figura del enorme Nezahualcóyotl, señor que, dicho sea de paso, fue recibido de buen grado en las tierras de Tlaxcala cuando perdió su reino y luego recibió el respaldo necesario para recuperar su dignidad.
En lo personal, a pesar de que conocíamos de los antecedentes generales de los acontecimientos suscitados en el área durante el proceso de la llamada conquista de la Ciudad de México – Tenochtitlan, no dejó de causar profunda admiración los detalles compartidos por la Maestra Muñoz Jiménez en torno a lo que sucedió en el sitio denominado hoy Sultepec – Tecoaque, en donde, luego de que Hernán Cortés regresara de convencer a Pánfilo de Narváez de que se le uniera en la toma de la capital de los mexicas, se enteró de una sublevación en la urbe derivada de la llamada «Matanza del Templo Mayor», auspiciado por Pedro de Alvarado. De esta suerte, Cortés tomó a sus soldados y caballos y avanzó a toda velocidad sobre la ciudad con la intención de brindar auxilio a los suyos y recuperar lo más rápidamente posible el control de la situación.
La premura descrita hizo que Cortés tuviera que abandonar a una gran comitiva que superaba las trescientas personas, en donde también se conducían animales domésticos, de compañía, granja y tiro, que claramente habían llegado con la intención de fundar algún pueblo e iniciar la actividad económica formal. La Maestra Paola Muñoz Martínez refirió a los cronistas de la época que hablan acerca de que incluso en la comitiva venían mujeres de raza negra y también mulatos. Se sabe que cuando Cortés entró en la Ciudad de México – Tenochtitlán, quedó atrapado en una acción de sitio al interior del Palacio de Axayácatl. Desde luego este tipo de acontecimientos se supieron fuera de la ciudad a gran velocidad. Los acolhuas que habitaban el área de Sultepec, mirando pasar la caravana de los rezagados, simplemente, la capturaron, haciendo prisioneros a todas las personas que allí estaban, así como a los animales que conducían. Los redujeron a prisión y de manera organizada, los fueron sacrificando y efectuando con sus restos rituales de canibalismo ritual, reservando sus cráneos para ser cocidos y luego perforados para colocarlos en un «tzompantli»; esto quiere decir que a lo largo de unos nueve meses las mujeres, los mulatos y los españoles que cayeron en manos de los acolhuas, no hicieron otra cosa más que esperar en su prisión a que llegara su final, maginando el sufrimiento que les propinaría. Cabe mencionar que el sitio fue entonces renombrado como Tecoaque que, en la lengua náhuatl significa el lugar donde se comieron a los dioses o a los señores.
De conformidad con lo aportados por arqueólogos expertos del área, en Sultepec Tecoaque apenas se ha explorado una décima parte de su extensión local. Empero, se han encontrado miles de objetos que permiten concluir que este sitio es el único donde se tiene tanta información de la presencia española, pues escapularios, cruces, camafeos, cadenas, aretes, pulseras, armaduras, armas, etc., permiten una visión panorámica del contexto general histórico de los hispanos de estas primeras décadas del siglo XVI y una valoración exacta de sus alcances tecnológicos. Todo esto se conserva debidamente guardado en el museo de sitio, además de restos óseos de personas europeas, de raza africada y también de diversos animales como caballos, vacas, borregos, peros y hasta gatos. No hay que olvidar que entre las personas que de primara mano se enteraron y participaron en los trabajos iniciales del INAH, se encontraba en el Maestro Mario Ríos Reyes que era por entonces el responsable de tal autoridad federal en Tlaxcala y que hoy es un Cronista Emérito del Consejo.
Cuando Hernán Cortés pudo recuperar la fuerza de su ejército, luego de algunos meses de estancia en las tierras de Tlaxcala y de una intensa actividad política, lo primero que hizo como una franca acción hostil, fue mandar a su Capitán Gonzalo de Sandoval para que fuera s Sultepec Tecoaque y destruyera el pueblo, no dejando piedra sobre piedra y pasando a cuchillo sin piedad a cuanta persona encontrara. Hay evidencias arqueológicas de esta acción, pues se han encontrado restos óseos de mujeres y niños ejecutados, aunque la mayoría de la población de la zona, al enterarse del peligro que corrían, huyeron a despoblado.
Siguiendo la cronología planteada, la Maestra Paola Muñoz Jiménez, Cronista Municipal de Calpulalpan, hizo una estupenda reflexión —que luego pudimos corroborar y ampliar estando en el sitio, de manera física— de la construcción y trascendencia del Convento Franciscano dedicado al culto de San Simón y San Judas, aunque, pasado algún tiempo, la piedad popular decidió rendir también culto a San Antonio Abad, que es el día de hoy a quien se considera el santo patrono de la comunidad, y cuya solemnidad se celebra cada trece de junio.
Hay algunos aspectos sobre los que se nos llamó la atención, muy en especial al hecho de que, a diferencia de las otras construcciones que existen en el territorio de Tlaxcala, el de Calpulalpan sigue siendo un convento en toda su forma pues lo siguen ocupando tres religiosos de la orden franciscana. La infraestructura ha sufrido ciertamente algunos cambios, aunque en general la belleza del convento y de la parroquia son verdaderamente admirables. La Maestra Muñoz Jiménez habló acerca de que, en la época de la Revolución, una facción de los alzados decidió hacer el incendio general de la parroquia, hecho en donde lamentablemente se perdieron grandes tesoros. No obstante, el tesón y el buen gusto de diversas personas de manos afanosas y caritativas, han hecho que el día de hoy el recinto luzca muy digno. Es cierto que se hecha de notar grandes faltantes de lo que seguramente fueron retablos, esculturas y punturas que en su momento revistieron sus muros; de cualquier manera, el conjunto merece el tiempo empleado en su recorrido, en especial porque la figura de San Antonio Abad atrae mucho culto, no solo durante su festividad en los primeros días del mes de junio, sino a lo largo de todo el año. No únicamente acuden a su intercesión mujeres que desean contraer matrimonio, sino también quienes desean ayuda ante una causa difícil e incluso quienes lamentablemente tienen un familiar perdido y piden al Señor San Antonio su ayuda para poder recuperar la presencia de la persona extraviada.
En el marco de esta sesión del consejo de Cronistas del Estado de Tlaxcala, también tuvo lugar la exposición, por demás interesante del Maestro Abraham Cahuantzi Cuatecontzi, originario del Municipio de Contla de Juan Cuamatzi, quien reflexionó acerca de las danzas de carnaval en Tlaxcala como acontecimientos de múltiples orígenes, por lo que no existe uniformidad absoluta en sus características, pero sí algunas elementos que podrían derivar en avizorar una cuestión mucho más ritual y hasta religiosa, y no solamente como un acto pagano o desconectado de la realidad de cosmovisión general de las poblaciones. Ejemplificó teniendo como base las danzas realizadas en su Municipio y también algunas que se efectuaban en la zona del Municipio de Calpulalpan, el Estado de México y la propia ciudad capital de nuestro país, que pueden ser estudiados como parte del ceremonial colectivo que realiza de manera anual en las comunidades para evocar e invocar a las fuerzas de la naturaleza para que sean propicias, en especial en lo que hace al sol, a la lluvia, a la fertilidad de la tierra y al propio viento. El Maestro Abraham reconoce que, aunque están dejando de efectuarse prácticas que unen al carnaval con la cuestión religiosa, no debe dejar de verse que en muchas comunidades aún los capitanes de las camadas o grupos de danzantes acuden al interior de los templos a pedir permiso para efectuar la actividad y luego a pedir perdón y agradecer por la actividad ya finalidad, con lo que este investigador deja abierta una enorme puerta que nos permite reflexionar acerca de que lo que se sabe de los carnavales en el Estado de Tlaxcala está aún muy lejos de llegar al fin de la investigación.
Bi se puede dejar de mencionar la participación de la Maestra Rebeca Olga Montoya, natural de la comunidad de San Esteban Tizatlán, quien expuso de manera profusa y didáctica los elementos integrantes del bastón de mando, dejando en claro que se trata de un elemento de gran simbolismo prácticamente en todo el mundo, con independencia del nombre propio que adopte al interior de cada cultura. De este modo, el cetro, báculo o bastón de mando es una dignidad que se entrega a cualquiera, sino a las personas que ejercen actos de autoridad directa o moral. En la localidad de San Esteban Tizatlán, en el Municipio de Tlaxcala, los artesanos dedicados a la talla de madera han desarrollado tan perfección que cada una de sus piezas —naturalmente irrepetibles— posee elementos que les hacen muy singulares. Los bastiones de mando, por eso mismo, no son adornos, ni elementos carentes de valor; no se les debe entregar de manera frívola, sino procurando que verdaderamente al interior de la comunidad siga representante la calidad de una persona dignataria. El bastón de mando no se debe abaratar como un simple elemento de ornato, sino que de tener sentido y valor. Con esta magnífica exposición, la Maestra Rebeca Olga Montoya sometió al planeo de la asamblea del Consejo de Cronistas del Estado de Tlaxcala su solicitud para ingresar a este colectivo, recibiendo por respuesta una afirmativa unánime, por lo que el Maestro Mario Alberto Bojalil Bojalil, en su calidad de Presidente del Consejo, le tomó la protesta estatutaria.
La sesión efectuada en Calpulalpan de parte del pleno de los cronistas sirvió para con firmar que entre los amantes del rescate, valoración y difusión del pasado y del presente tlaxcalteca, hay todavía muchas cosas que hacer. Las manos de las y los tlacuilos, lo mismo que su inteligencia y su corazón, deben enfocarse a ir levantando uno a uno, esos granos de maíz tirados por el suelo y que constituyen los fragmentos de la grandiosidad del pasado, para procurar su debida valoración y justipreciación. Quizá no se logre en la generación inmediata el rescate integral de todo el pasado de nuestros Municipios y comunidades, pero al menos, mucho se contribuirá cuando se exponga a la luminosidad del medio día, los elementos que yacían tirados o soterrados o desatendidos. Los Cronistas seguiremos en esta labor incachable de rearmar, pedazo a pedazo, la historia magnífica de Tlaxcala.
¡Caminemos Juntos!