Historia del “Peto” para proteger a los caballos de picar

  • Cap. Francisco Al-Faro

Huamantla, Tlax. Cap. Al-faro. Hola amables cibernautas, esta es la segunda entrega de la historia del “peto” en los caballos de picar. En 1927 se celebraron corridas de toros con “petos de prueba” desarrollándose un concurso de ellos en la Plaza de Tetuán de las Victorias (Madrid) con varios modelos elaborados de distintos materiales como: cuero, caucho, rejilla metálica, tela o guata. En aquel concurso se presentaron diversos petos, destacando los diseñados por: la Viuda de Bertoli; de Manuel Nieto Bravo, de Esteban Arteaga y de Juan Andrés Yuste, que a la sazón fue quien ganó el concurso. El peto presentado era de una sola pieza, con la parte exterior de paño fuerte, de color gris y la interior, de lonas de algodón y se terminaba con guarnición de ribetes de cuero. Llevaba también un faldoncillo enguatado de una cuarta de largo para proteger la bragada del caballo.

En 1934 se aprobó otro modelo que pesaba 15 kilos, fue presentado por Cipriano Reyes Ortiz, e introducía la innovación de una pieza que cubría la parte posterior del caballo, y llevaba dos lonas impermeabilizadas con una capa de algodón impermeabilizado y con un moteado de cáñamo, dos telas rectoras de gran calidad, con otra capa del mismo algodón, cubriendo esta última con una lona de color marrón y un moteado que cogía todas las telas y lonas del artefacto protector.

EL COSTADO DERECHO DEL CABALLO DE “PICAR” ESTÁ TOTALMENTE CUBIERTO DONDE SE IMPACTA EL TORO

EL COSTADO IZQUIERDO DEL CABALLO DE PICAR, DONDE HAY UN ESPACIO PARA LA ESPUELA Y ACICATEAR AL CABALLO.

El ganadero Manuel García-Aleas vio con buenos ojos la imposición del uso del peto pues así se impedía que los ácidos de las tripas de los caballos, lastimaran la vista de los toros en el transcurso de la lidia, y además se podía medir mejor las fuerzas de estos al “romanear” (levantar) al caballo protegido y al picador. En aquellos años ocurrió que los picadores no estaban de acuerdo con la imposición del peto, porque según decían ellos, “practicar la suerte así era muy peligroso”. ¡Qué equivocados estaban! Ocurrió en una novillada experimental celebrada el “domingo de Piñata” de 1927 en Madrid, un 6 de marzo. Alternaban en el cartel Curro Puya, Carlos Susoni y el debutante malagueño Ramón Corpas, que se las vieron con un encierro de la ganadería sevillana de “Rufino y Moreno Santamaría”, con novillos-toros con los que se probaron varios modelos de “peto”. La prueba resultó mala pues a pesar de los protectores varios caballos murieron en la suerte de varas. Los más reacios a la imposición del “peto”, fueron los picadores, que no comprendieron que con el paso de los años serían los más beneficiados, ya que iban a ir subidos en un auténtico “tanque blindado” a prueba de bombas.

Con esa coraza desaparecería la “Suerte de quites”, que se creó para quitar a los toros de encima de los caballos y que ha llegado a desaparecer por innecesaria. En la actualidad, con la poca fuerza de esos toros surgidos tras la Guerra Civil y con los “tanques blindados” en que se han convertido los caballos con su “peto”, a quien hay que quitar de encima del toro es a los caballos. Se han invertido los papeles: el verdugo ha pasado a ser víctima y la víctima en verdugo.

La prensa de la época opinó mucho sobre el “Peto” y formo la opinión de los aficionados, el periodista taurino “Triquitraque” en “El Correo de Andalucía” titulaba su crónica de la primera corrida de toros con “petos” en Sevilla con un irónico: “Chalecos de fantasía”, y en la que se oponía tajantemente a la imposición de los “petos”, porque según él dejaba a los picadores indefensos, que gran error cometió. También el periódico el “ABC”, de Madrid se mostraba contrario a la utilización de los “petos”, y así lo escribía su cronista taurino: Rafael Sánchez-Guerra que escribió: “ni petos, ni corazas. Para picar sólo vale el brazo firme del picador“. Otros periódicos percibieron en el uso del “peto” el inicio del fin de la Fiesta de los Toros.

Una visión que ahora en el siglo XXI ya, lejos de ser exagerada resulto certera, pues la suerte de varas se ha convertido en el auténtico “fielato” (muerte del toro) en una corrida de toros. Como decía Ignacio Sánchez Mejías: “en el temple del picador, nace el de la muleta”, pensando que en el caballo se preparaba a los toros para el último tercio, la faena de muleta; la realidad es distinta, actualmente es en el “peto del caballo” donde sucumben la mayoría de los toros.

Relacionados