Desde que AMLO anunció el plan estratégico para combatir el robo discriminado de gasolina a fines del mes de diciembre, hecho que se “descubrió” al entrar en funciones el nuevo gobierno, percatándose que al año existía un desfalco por el orden de los 65 mdp en la venta ilegal de combustible afectando gravemente las finanzas del país, pero lo más grave es que se hacía bajo la complicidad de altos funcionarios de Pemex, de trabajadores e incluso con la anuencia de importantes políticos, sin que hasta el momento se hayan revelado nombres, bajo el argumento de no entorpecer las investigaciones.
No se puede entender lo que está pasando en Pemex sin señalar a los principales culpables que han llevado a la paraestatal al borde de la quiebra. Aunque este resquebrajamiento ha incrementado con el paso de los años, fue el ex presidente Enrique Peña Nieto quien entregó a Pemex con más de 2 billones de pesos de deuda, siendo la empresa petrolera más endeudada a nivel mundial. Era necesario destapar esta cloaca que sin lugar a dudas estaba llena de actos de corrupción.
Ante este panorama, resultaba ya difícil sostener la operación de la empresa, es probable que de no haberse tomado estas medidas, en cualquier momento la situación hubiera explotado, pero quizá ya poco se habría podido hacer para recuperar el petróleo y sin otra alternativa se tendrían que vender las refinerías y entonces sí, uno de los patrimonios nacionales del país dejarían de serlo.
Ha sido muy criticada la estrategia aplicada por el actual gobierno, quizá efectivamente no ha sido la adecuada, sobre todo porque no se calcularon los efectos que tendrían las medidas adoptadas, o quizá no había de otra. Como haya sido, ahora lo importante es poner orden y aunque resulta una labor casi titánica, se debe hacer limpieza y tratar de recuperar a la paraestatal.
Funcionarios de Pemex, ex diputados, ex presidentes municipales y servidores públicos estaban involucrados con la venta ilegal de combustible; hecho que han podido detectar por el registro de transferencias internacionales, adquisición de vehículos caros, bienes inmuebles millonarios, joyas, obras de arte costosísimas, entre otros excesos. Hasta el momento, el gobierno de AMLO ha acusado a 24 personas relacionadas con la venta ilegal de combustible, a 15 de ellas les han sido bloqueadas sus cuentas; sin revelar nombres ni empresas involucradas, se informó que pronto habrá resultados contundentes en la investigación que lleve a detener a los responsables.
No obstante, lo verdaderamente importante de todo esto, es que los mexicanos pudieron conocer de forma oficial el descaro, la corrupción, el influyentismo y la desfachatez con que operaba la empresa que se supone es de la ciudadanía, o por lo menos, esta frase era muy usada en los discursos políticos; ahora podemos darnos cuenta que era de solo un grupo privilegiado de mexicanos que se servían con la cuchara grande sin ningún remordimiento. Aunque cabe decir que si el “huachicoleo” prosperó es porque había quienes consumían el producto; por supuesto habrá quien se justifique diciendo que los altos precios del combustible, obligaban a tomar esta alternativa.
Sin embargo, el problema va más allá, porque con las revelaciones hechas por el gobierno federal, ahora resulta que hasta conductores privilegiados eran dueños de gasolineras y no solo eso, sino que es probable que compraban gasolina de dudosa procedencia.
No cabe duda y como muchos lo han dicho, México es un país como muy pocos, posee todas las riquezas naturales posibles, está ubicado en un lugar estratégico, con una fauna variable y un clima envidiable; sin embargo con un sistema de gobierno que ha llevado al borde del precipicio a la economía y estabilidad social. Es urgente que exista un cambio verdadero en el país.