Cultura Taurina el sorteo de los toros

  • Francisco Al-Faro

Hasta fines de 1800  las ganaderos decidían el orden en que habrían de lidiarse sus toros y quién los lidiarían favoreciendo con esa actitud a sus toreros favoritos, el quinto toro que era el mejor del encierro que se lidiaba  se reservaba a un torero en especial, originándose la frase de que “NO HAY QUINTO MALO”.

La rivalidad taurina entre Luis Mazzantini y Rafael Guerra, -toreros españoles- originó que el primer torero exigiera el sorteo de los astados que se lidiarían.

En San Sebastián, España el 15 de agosto de 1896, se realizó el primer sorteo de los toros que se lidiaron en esa ocasión.

A partir de 1900, se impone en todas las plazas del mundo taurino la obligación de realizar el sorteo de los toros o  novillos que se lidiarán en la corrida.

El sorteo de los novillos o toros se realiza cuatro horas antes de que empiece el festejo. El proceso es el siguiente: Con la presencia del Juez de Plaza y su asesor, el Juez de Callejón, un representante de la empresa, un representante del ganadero, el apoderado y un banderillero de los toreros que actuarán.

Apoderados y banderilleros pasan a las corrales, observan los toros y de común acuerdo hacen tres lotes de dos toros cada uno tomando en cuenta las siguientes características: edad, peso, tipo de cornamenta, estructura del cuello, altura, procurando que haya un toro más pesado y otro más ligero, anotando los números de los toros. Luego se anotan esos dos números en un pedazo de papel arroz, se hacen tres  bolitas que se introducen en un sombrero que es colocado bocarriba, se tapa con otro sombrero, se agitan; el apoderado del primer espada mete la mano, saca una bolita, la desdobla y menciona en voz alta los números anotados, luego repiten la acción los representantes del segundo y tercer espada.

Cada apoderado menciona el orden que saldrán sus toros debiendo ser 1° y 4°, 2° y 5°, 3° y 6°, en caso de que los apoderados no se pongan de acuerdo en la integración de los lotes, el Juez de Plaza ordenará que se surtan indivualmente los toros, en ese caso se elaboran seis bolitas de papel, el apoderado del primer espada saca una bolita, le sigue el segundo y luego el tercero, se repite la mecánica, los números de los toros, su nombre, el peso de cada uno de ellos y el orden en que se lidiarán se anotan en la tarjeta de sorteo que es firmada por los Jueces, los apoderados, el ganadero y la empresa.

Cuando  actúa un espada no hay sorteo, su apoderado decide el orden en que saldrán los astados.

Cuando en la corrida hay un concurso de ganaderías, abre plaza la ganadería más antigua y cierra plaza la ganadería de reciente creación.

Después del sorteo viene la labor de entorilamiento en la que cada toro es encerrado en un toril        – cajón con una puerta de entrada y otra de salida- perfectamente aseado y cómodo en el cual permanecerá hasta que le corresponda su turno de salir a la arena.

 

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