EDITORIAL

Como periodistas estamos convencidos que ejercer la libertad de expresión es un derecho grabado incluso en la Constitución Mexicana, pero de la misma forma estamos conscientes que esa libertad debe realizarse con responsabilidad, con bases, con un sustento sobre lo que se publica; toda vez que como comunicadores o medio de comunicación, nos convertimos en un referente informativo para los receptores quienes confían en la información a la cual tienen alcance.

De ahí la importancia de conducirse con profesionalismo, ética, veracidad y objetividad, principales principios del periodismo. No obstante, el periodismo vive una crisis que ha sido tema de discusión entre connotados comunicadores e incluso en el ámbito local también ha sido motivo de disputa entre los “colegas”, quienes lanzan críticas y duros comentarios sobre la actividad que en muchas ocasiones se desempeña con total irresponsabilidad y falta de tacto.

Empero, cada uno debe reconocer el trabajo que cada quien realiza, porque a decir verdad todos hemos cometido errores, sin embargo lo importante es reconocer y rectificar; como reportero la función es dar a conocer un hecho noticioso, sea cual sea la sección, sin incluir opinión ni comentarios tendenciosos, pues para ello existen otros géneros periodísticos como la columna o el artículo de opinión; desafortunadamente muchas veces confundimos el papel que desempeñamos y cometemos pifias que afectan la labor de todo un gremio, debido a que se generaliza cayendo en la cuenta de que todos los periodistas son iguales, y por supuesto no es así.

Tal pareciera que las nuevas generaciones de periodistas han mal interpretado el concepto del periodismo, y otros más han prostituido esta profesión, cuya esencia de creación fue dar voz al que no la tenía, ser el medio, el portavoz de buenas y malas noticias; así como ser el referente de opinión. Sin embargo, hoy en día algunos periodistas han creado medios de comunicación con la única intención de obtener buenos dividendos, sin importar la forma de dar a conocer la información, ni muchos menos respetando los géneros periodísticos ni los principios del buen periodismo.

También es cierto que a quienes en el gremio periodístico llamamos nuestras fuentes, han contribuido a esa debacle de la profesión, toda vez que con el paso del tiempo, las instituciones, dependencias gubernamentales y personajes de la vida política, al ver el impacto y poder de los medios de comunicación, comenzaron a contratar ESPACIOS en determinados medios de comunicación para dar a conocer actividades, opiniones e ideales, con una clara intención de obtener un beneficio personal o institucional, lo cual no está mal, pero lamentablemente también este hecho se ha mal interpretado, pues ahora se cree que por contratar un espacio, más no la línea editorial del medio, ya se tiene el derecho de opinar sobre la información e incluso coaccionar e incidir sobre el trabajo periodístico.

Por su parte, los empresarios propietarios de radiodifusoras, canales de televisión, periódicos y ahora también portales de internet, que es donde más han proliferado todo tipo de “medios de comunicación”, observaron una importante fuente de ingresos por la venta de esos ESPACIOS, de ahí que comenzó un intercambio de intereses a conveniencia de las partes involucradas y por lo tanto, las fuentes de información se transformaron en “clientes”, derivado del contrato de prestación de servicios, ante lo cual comenzaron a recibir un trato especial.

De origen esta relación de carácter comercial no tendría por qué ser negativa, empero hoy en día se han rebasado los límites y como lo escribí líneas arriba, se ha mal interpretado esta relación mercantil; en donde el contratante adquiere solamente un espacio del medio, pero no todo el periódico ni mucho menos la línea editorial, por lo tanto no es válido que por ese hecho los contratantes se sientan con el derecho de opinar o decidir sobre el manejo informativo, ni tampoco gozan de inmunidad ante determinada situación.

En diálogo con compañeros del gremio, se ha insistido en la necesidad de una legislación y control en la creación de nuevos espacios informativos, pero también se hace necesario establecer lineamientos para la contratación de espacios donde no se comprometa el trabajo periodístico más allá de cumplir con el compromiso que se adquiere con el contratante.

Ojalá pronto se puedan acabar estos vicios, que en nada abonan al quehacer periodístico profesional, ético y responsable.

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