- Cap. Alfaro.
Fue el 7 de enero de 2007, cuando comienza a escribirse la leyenda de uno de los toreros mexicanos más carismáticos la de: Rodolfo Rodríguez mejor conocido como “El Pana” o “El Brujo de Apizaco” aquel domingo los aficionados llenaban los pasillos de la zona de corrales para ver los astados que habían de lidiarse esa tarde, tras el sorteo de los bureles y su entorilamiento los aficionados comentaban están buenos los toros que le tocaron al “Pana” ojala se despida bien.
El cartel que le ofreció la empresa al “Pana”, era uno de esos que se arman para salir del paso, al principio de año; confirmo su alternativa el diestro Serafín Marín y como testigo Rafael Rivera, toreros totalmente olvidados con astados de Javier Garfías.
La plaza de toros empezó a llenarse, los tendidos abarrotados por los aficionados expectantes y ansiosos de que iniciara la corrida que toros que marcaría el final de la carrera taurina del último torero mexicano que fue amado y odiado por la afición mexicana, algunos decían: “ese no sabe torear” y otros lo encumbraban hasta el cenit.
Después de que se abrió la puerta de Cuadrillas y apareció “el Brujo de Apizaco” la ovación estremeció hasta sus cimientos el embudo de insurgentes, en esa travesía del tercio ubicado frente a la puerta de cuadrillas, hasta colocarse bajo el palco del Juez de Plazo, saboreo toda su vida taurina, sus triunfos, sus fracasos, las cornadas, la antipatía de sus alternantes, la animadversión de los empresarios, ganaderos y periodistas taurinos, todo concluiría en algunas horas y volvería al olvido en su querida Tlaxcala.
Como decía mi Maestro taurino –el me enseño a quitarme el miedo en la primera vez que me enfrente a una vaquilla- “uno pone, Dios dispone, llega el toro y todo lo descompone y fueron dos toros los que llegaron y levantaron su alicaída carrera taurina, uno “Rey Mago” (segundo de la tarde) y el otro “Conquistador” (cuarto de la tarde) con ellos el toreo apizaquense, como el “Ave Fénix”, resurgió de sus cenizas y nuevamente se encumbro en la torería mexicana.
En los tres tercios de sus dos toros, con el capote, las banderillas y la muleta, bordo increíbles faenas; llenas de arte, temple, torerismo y valor; falló con el acero y perdió los apéndices ganados, pero lo más importante de esa tarde fue que la afición mexicana recupero a un torero al que disfruto por espacio de nueve años.
Fue hasta que en la tarde del 1º de mayo de 2016, en la Plaza de toros “Alberto Balderas” ubicada en Cd. Lerdo, en el estado de Coahuila; su segundo astado, que lidiaba esa tarde llamado: “Pan Francés” de la ganadería de Guanabé, lo embistió y lo arrojo violentamente hacia los aires, cayendo con la frente en la arena originándole una cuadriplejía y dificultades respiratorias que pusieron fin a su vida semanas después.
GRÁFICAS DE LA VOLTERETA TRAGICA AL “PANA”
La tarde de su supuesta despedida taurina ofreció el brindis taurino más sobrio y controvertido que se haya escuchado a través de las cámaras y micrófonos de una importante cadena televisora y así lo expreso mi Maestro:
“Quiero brindar este toro, mi último toro de mi vida de torero en esta plaza, a todas las daifas, meselinas, meretrices, prostitutas, suripantas, buñis, putas, a todas aquellas que saciaron mi hambre y mitigaron mi sed cuando ‘El Pana’ no era nadie, que me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos base de mis soledades. Que Dios las bendiga por haber amado tanto. Va por ustedes”.
Oleeee por el último torero mexicano que ha levantado pasiones.