22 de Abril 2023 / Apizaco, Tlax. (Escarabajo
)Se necesitó más que amor a Dios y devoción a la Virgen María para darle a una ciudad tan joven como lo era Apizaco, la identidad y el orgullo que va costando generaciones arraigar pero que demuestra que la fé y el coraje pueden lograrlo todo.
Nacido un 3 de julio de 1893 en Acatzingo en el vecino estado de Puebla, el joven de complexión delgada con mirada franca y penetrante, Marcial Águila González llegó a Apizaco el 12 de mayo de 1932; tras la muerte del señor cura Don Adolfo Sebastiá quien iniciara con la edificación de lo que hoy nos enorgullece presumir; como nuestro mayor emblema apizaquense, la Basílica de Nuestra Señora de la Misericordia.
Una tarea que a Monseñor ‘marcialito’ -como es conocido cariñosamente por la feligresía- no le fue sencilla pero que este hombre con espíritu inquebrantable logró amalgamar voluntades de entre personas de todos los ámbitos para que en diciembre de 1961 viera terminada su obra.
“Es un personaje… simplemente Apizaco mismo no se podría entender sin él”.
La opinión del responsable de la Parroquia de Nuestra Señora de Santa Ana y encargado de las Relaciones Interinstitucionales de la Diócesis de Tlaxcala, Ranulfo Rojas Bretón, quién lo recuerda de sus años de seminarista como una persona buena gente y siempre dispuesto con una, “magna fuerza de voluntad que logró conjuntar voluntades para crear pertenencia en una ciudad con poca historia”, esto último comparado con otros municipios que tienen raíces prehispánicas.
Comparte que ‘marcialito’ solía ir después de misa a buscar piedras en las canteras de Xaltocan para edificar el templo,mismo que ahora a 35 años de su fallecimiento resguarda sus restos mortales porque simplemente nadie merece más descansar bajo las cúpulas de la obra de su vida.
Ordenado sacerdote en la Catedral de la ciudad de Puebla en el año de 1919, dedicó toda su vida a la devoción de la Virgen María para quien ayudó a la edificación de la Basílica de Nuestra Señora de la Misericordia y la Iglesia de la Virgen de Fátima, así como la Parroquia de Cristo Rey en la Colonia Ferrocarrilera (COLFERR) y el dispensario médico, hoy Hospital San Martín de Porres.
En 1933 a un año de su llegada a la entonces Parroquia de Apizaco, consagró todo el Valle de Tlaxcala a Cristo Rey desde la cima de la Cuatlapanga, ” Tlaxcala es de Cristo Rey y María” evento que año con año se celebra en el mes de julio recordando a su precursor cada 18 de julio en el altar erigido en el célebre cerro en punto de las seis de la mañana después de una procesión nocturna desde sus faldas.
Hoy día, como bien dice Rojas Bretón las generaciones que cuentan más de cuatro décadas en cada pastel no pueden negar haber asistido alguna vez a una misa, haber tomado un sacramento, ser confesado o al menos escuchar del célebre personaje de Apizaco el padre “marcialito”.
Testigo de generaciones y sembrador del fervor por la Virgen María como los es Nuestra Señora de la Misericordia a quien festejamos desde el 12 de mayo de 1940 que fuera declarada Santa Patrona de la ciudad de Apizaco y como recordatorio de la elevación del templo como “basílica menor” el 12 de mayo de 1955 por el Papa Paulo VI.
Mudo testigo de logros, y del tiempo en espera de corazones grandes y espíritus inquebrantables que representen la fuerza y el coraje con que este entrañable misionero de la fé sembró una devoción que ya se reconoce como “Ciudad de María” y que hoy recuerda con cariño y gratitud la muy positiva terquedad de ‘marcialito’, por darle un identidad.