- Cap. Francisco Al-faro
Texcoco, Edo. Mex. Se lidió la cuarta corrida en Texcoco, en la que reapareció una legendaria ganadería mexicana: Pasteje. Los toros promediaron 607 Kg.; cuyo peso no fue un impedimento durante la lidia, recargaron con fuerza en los caballos y llegaron al último tercio con poderío y nobleza, humillando y metiendo la cabeza con nobleza, dispuestos a que les hicieran la gran faena. ”Sinvergüenza”, recibió el homenaje del arrastre lento. Todos los toros recibieron aplausos al salir al ruedo, por su excelente presencia y también en el arrastre.
Fabián Barba, recibió en primer lugar a “Despreciado”, con excelentes verónicas, después de una buena vara, un rápido y eficiente segundo tercio, inicia la faena de muleta con poderosos y artísticos doblones, continua con derechazos y naturales en los que demuestra poder y arte, los remates por alto excelentes, el toro cambia de lidia y se vuelve probon, tras una buena ejecución con el acero se retira en silencio. Su faena no fue valorada por el respetable.
Con su segundo toro “Espantado”, salió apático y sin voluntad, con el capote solo brega, con la muleta realiza desordenada faena sin llegar al tendido, termina su labor con un bajonazo.
Ernesto Javier “Calita”, carismático, contacta con el tendido, recibió a “Sinvergüenza” y “Segregado”, en los que luce con el capote dibujando la verónica y rematando con las medias verónicas con la muleta, los derechazos templados y cadenciosos, el natural vistoso, los pases por alto barriendo los lomos de los toros, el péndulo pinturero, realiza valientes faenas por la cara y sin igualar al astado realiza la suerte suprema, pese a fallar con el acero corta una oreja en cada toro, saliendo al final del festejo por la puerta grande.
El hispano Juan Ortega, con “Envidioso” y “Olvidado”, con el primero solo tiene detalles con el capote y la muleta, su faena sin temple, deja un bajonazo y se retira en silencio, con el segundo recrea la verónica y esculpe la media verónica, con el derechazo y el natural aprovecha la noble embestida del astado y se recrea con el artístico trincherazo, con el acero se eterniza hasta escuchar un aviso.