- Cap. Francisco Al-faro
En esta ocasión, en la edición taurina especial de El Imparcial de Tlaxcala, abordaremos las siete artes: Arquitectura, Cine, Danza, Escultura, Literatura, Música y pintura, que se relacionan con la tauromaquia.
Plazas de toros: Hermosas joyas arquitectónicas
Las plazas de toros conocidas como cosos taurinos, son recintos cerrados, circulares y descubiertos donde se celebran las corridas de toros. Sus estilos arquitectónicos dependen de su antigüedad. En España las principales plazas de toros fueron construidas con el estilo neo mudéjar, es decir un nuevo estilo árabe.
Regularmente la distribución de una plaza de toros es la siguiente: su forma es circular, con graderías y servicios alrededor de un espacio central donde se realiza el espectáculo taurino, llamado ruedo o redondel, en su interior se encuentra el albero, un terreno de tierra o arena, rodeado de una barrera de madera de aproximadamente un metro y medio de altura. Esa barrera separa el ruedo del callejón. La barrera tiene estribos que facilitan a los actuantes saltar del ruedo al callejón o del callejón al ruedo en casos de emergencia. La barrera dispone de puertas de acceso abatibles para la entrada y salida de los participantes. Esas puertas son las siguientes: la de cuadrillas, la de picadores y arrastre y la de toriles, su distribución puede variar.
También hay plazas portátiles que son estructuras metálicas, que se montan y desmontan en poblaciones que carecen de una plaza fija.
Las principales plazas de toros de España, son: Las Ventas de Madrid, y la Real Maestranza de Sevilla, también conocida como: la “Maestranza” o la catedral del toreo.
El principal coso taurino en México, es la Monumental Plaza de Toros México y en el Estado de Tlaxcala son: la Jorge “El Ranchero” Aguilar que se ubica en Tlaxcala, capital; “La Taurina”, en Huamantla y en Apizaco La Monumental Plaza de Toros Rodolfo Rodríguez “El Pana”.
Obras pictóricas, testimonio de la antigüedad del toro
La imagen del toro aparece con las culturas más antiguas de la humanidad y revestida siempre de una compleja simbología: origen de la vida, signo de la fertilidad, potencia genésica engendradora del hombre, animal celestial que convoca el rayo, entre otras. Las representaciones de toros más antiguas que conocemos se encuentran en las grutas y cuevas del Paleolítico Superior (Cueva de Altamira) y, en expresiones más concretas, que incluyen, además, al hombre en las Neolíticas del levante español.
El juego con el toro, germen del toreo, las primeras escenas que recogen literalmente hazañas de hombres y mujeres —danzantes, que no luchadores o matadores— son las famosas pinturas del palacio de Cnosos, en Creta.
Pero, por todo el Mediterráneo se difundieron, en el transcurso de la antigüedad clásica, costumbres y motivos que ligan Europa al toro: el Minotauro, los toros de Gerión o los trabajos de Hércules. En España, la figura del toro tiene los antecedentes prehistóricos ya mencionados y, además, una rica formulación escultórica que se desarrolla en la época clásica.
Distinguidos pintores han plasmado en sus lienzos escenas taurinas, siendo los más destacados los siguientes:
Francisco de Goya y Lucientes, que en el siglo XVIII, en su obra titulada “Tauromaquia”, captó escenas taurinas plenas de detalle descriptivo, emoción y dramatismo.
Otro destacado pintor hispano, que plasmó la tauromaquia en sus lienzos fue Pablo Picasso
Otro genio de los pinceles, que incursionó en el mundo taurino fue Salvador Dalí
También el colombiano, Fernando Botero, plasmó con su genio pinturero imágenes taurinas.
Entre los pintores taurinos mexicanos, es posible citar a Pancho Flores y Francisco Helguera.