Lorenzo Garza “El magnifico”o “El ave de las tempestades”

  • Cap. Al-faro.

Huamantla, Tlax. El 14 de noviembre de 1909 nació en la ciudad de Monterrey, en el Estado de Nuevo León, Lorenzo Garza Arrambide, conocido como Lorenzo “El Magnífico” por su plasticidad como toreo, ganando después el mote de “El Ave de las Tempestades” por la polémica que llegaba a generar entre la afición.

Siendo un joven de arrojo y sin miedo a nada, inicio su carrera taurina en una plaza de toros de Nuevo León cuando brincó como espontaneo, fecha que lo marcaría hasta que llegó su presentación como novillero en 1929.

Ahí comenzó su campaña como novillero hasta que llegó a su presentación en la Ciudad de México, en El Toreo, de “La Condesa”, donde cortó una oreja, ganando su repetición en el mismo escenario cortando nuevamente otra oreja.

Consolidado en México como novillero, viajó a España para realizar una temporada que comprendió quince novilladas, hasta que se presentó en Las Ventas de Madrid, donde dejó una grata impresión regresando un mes en la que fue cornada de gravedad en el muslo izquierdo.

Recuperado de la cornada y con una campaña puntera como novillero, recibió la alternativa en Santander, España; llevando como padrino a Pepe Bienvenida y como testigo a Antonio García “Maravilla”, sumó tres fechas en las fracaso por lo que decidió renunciar a la alternativa.

Como novillero en México compartió carteles con Luis Castro “El Soldado”, y la popularidad regresó, por lo que gozando nuevamente de prestigio decidió retomar la alternativa en la plaza de toros de Aranjuez, España, llevando como padrino a Juan Belmonte y como testigo a Marcial Landa.

Confirmó su alternativa en la Ciudad de México con el toro “Tabaquero”, su padrino fue Jesús Solórzano y el testigo Antonio García “Maravilla”; en esa temporada comenzó a convertirse en uno de los toreros favoritos del público mexicano.

Se presentó en el Toreo de la Condesa en un mano a mano con Alberto Balderas, pero éste fue cornado por el primer toro de la tarde, Lorenzo Garza toreo a los seis astados, dio la vuelta al ruedo con los cuatro primeros y a los últimos dos les cortó las orejas y el rabo, compartiendo la apoteótica tarde con el ganadero Antonio Llaguno, propietario del hierro de “San Mateo”, formando a partir de esa fecha un dúo inseparable.

La carrera de Lorenzo Garza se dividió entre las tardes de gloria y las de bronca y como el mismo decía: “un torero debía tener la capacidad de dividir”; cortó nueve rabos en La México, inmortalizando a los toros: “Amapolo, Príncipe Azul, Terciopelo, Rabioso y Gitanillo”.

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