Los “Mono Sabios” En el mundo taurino

  • Cap. Francisco Al-Faro

Huamantla, Tlax.- A Mediados del siglo XIX (año 1850) En el café de Cervantes, cerca de la Fuente de La Cibeles, un espectáculo causó furor en Madrid. ¿Sus protagonistas? ¡Un grupo de monos! amaestrados por un tal Donato, esos animales, bautizados como: “El Africano, El Jinete, El Brasileño, La señorita Batavia, El Cocinero y El Intrépido Payaso”, exhibían sus habilidades todos los días en dos funciones, una a las cuatro y media de la tarde y otra a las seis y media. Tanto éxito tuvieron los llamados “monos sabios” que ahí estuvieron durante un año.

Era mucha la actividad que había en este local “cervantino”. Por ejemplo, una Sociedad Artística exponía allí sus retratos y cuadros y los ofrecía a los clientes. Pero fueron los monos los que despertaron la máxima expectación, ganándose el cariño del público.

Lo curioso es que a raíz de aquella cuadrilla de monos nació la idea de llamar “monos sabios” a los mozos encargados de auxiliar a los picadores de toros durante su actuación en las plazas de toros.

Así lo contaba Sánchez de Neira en “La Lidia” (revista taurina de los años de 1850):”Aquel industrial tenía de tal modo amaestrada a su “troupe” (grupo) en hacer diferentes habilidades que el público aceptó de buen grado el nombre de “monos sabios” que su amo les dio. Aparte de “la señorita Batavia” y el mono “Cocinero”, los demás vestían trajes de color encarnado, y como el uniforme que se dio a los “mozos de caballos” en la plaza de toros era de igual color, y los muchachos en su mayoría eran feos, la gente de buen humor que ocupaba el “tendido 5″ (localidades de la plaza de toros” les llamó desde entonces “monos sabios” y desde entonces se les conoce con ese nombre en el medio taurino.

Cañabate lo amplió en 1962, en una crónica en el periódico “ABC” de una novillada bajo el título de “El burladero de los monos”: “Los monos aparecen desde los primeros tiempos de la Fiesta, desde que esta se organiza como espectáculo popular. Entonces se les llamaba “chulos”. Su indumentaria era desarreglada y variada. Fue en 1840 cuando el empresario de Madrid, Don Justo Hernández, les dotó de una vestimenta muy semejante a la actual. Al principio por su blusa roja, se les llamó los: “pajaritos cardenales” pero el mote fue irrelevante.

En 1847, “pego” el nombre de “monos sabios”. ¿Y por qué? En un teatrillo que por aquella época existía en la calle Alcalá, denominado de “Cervantes”, sito en el lugar donde luego se alzaría el teatro de Apolo, actuaba un grupo de monos con trajes encarnados. Aquellos monos muy bien adiestrados, la gente dio en llamarles los: “monos sabios”. Los “chulos” que salían con los picadores en el ruedo de las plazas de toros eran en su mayoría muy feos, solo

dos, el “Salerito y el Gobernador”, se salvaban de ese calificativo, en una tediosa corrida, a un “chusco” (gritón) se le ocurrió “chillar” (gritar), dirigiéndose a los “chulos”: “Que bailen los monos sabios!” Y la gente, empezó a corear: “¡Que bailen los monos, que bailen los monos!” desde entonces se quedaron con ese calificativo.

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