La sociedad mexicana se mostró dividida ante la pintura de Fabián Cháirez ilustrando a Emiliano Zapata en tacones, desnudo, montado en un caballo teniendo una erección. Forma parte de una exposición en el Palacio de Bellas Artes, la obra se llama “La Revolución”, la cual provocó una disputa que escaló conforme el paso de los días.
Hubo quienes se sintieron ofendidos con la pintura; otros, los menos quizá, comenzaron a elogiar la imagen; fue a través de los medios de comunicación, en las redes sociales e incluso fue tema de pronunciamientos políticos donde la diferencia de opiniones se pudo apreciar, incluso se dio un violento enfrentamiento entre activistas LGBT+ y una organización campesina.
Fue Luis Vargas-Santiago, el responsable de colocar el cuadro en Bellas Artes y entonces comenzó una lluvia de críticas buenas y malas, que incluso hasta el día de hoy, la Coalición de Organizaciones Democráticas, Urbanas y Campesinas y los integrantes de la FAC informaron que si la obra no es retirada volverán a manifestarse.
No se puede negar el talento del artista mexicano, sin embargo, se debe aceptar que es una falta de respeto hacia un mítico y heroico personaje de la historia de México y que además no se encuentra presente para poder refutar o expresar su sentir al respecto, por lo tanto, no se debió atentar contra la imagen de un hombre con tal envergadura.
No se trata de falta de tolerancia, se trata de respeto absoluto por la memoria de un personaje, de hecho con justa razón, familiares de Zapata ya pronunciaron su desacuerdo por la manera en que su ancestro es interpretado.
Por supuesto que los tiempos actuales son muy diferentes a los tiempos de la revolución, ahora hay diversidad de ideas, se respetan más los derechos humanos, existe aceptación por las preferencias sexuales de las personas; empero la obra presentada denigra la
condición de un líder que luchó por el respeto e igualdad de los mexicanos, lo menos que merece Emiliano Zapata es que se le honre como lo que él representa; un hombre, un héroe que dio su vida por su patria y no con una figura afeminada. Eso sí que es una falta a su integridad.