Es la imagen que deja hoy el centro de Lviv, al oeste de Ucrania. Ordenados en fila y simbolizando una gran tragedia, la de los 109 niños muertos en las tres semanas que suma ya la guerra.
Precisamente esta ciudad, situada a 70 kilómetros de Polonia y que sirve de corredor para miles de refugiados que tratan de escapar, fue hoy bombardeada por primera vez.
Siguen bajo un férreo ataque áreas residenciales de Kiev, Járkov y otras importantes localidades del este.
En el terreno diplomático, una declaración esperanzadora, la de Xi Jinping que aseguró a Joe Biden que esta crisis “no beneficia a nadie” y que su país y EEUU “deben hacer esfuerzos por la paz mundial”, aunque el presidente chino sigue evitando hablar de guerra o de invasión cuando se refiere a lo que está pasando en Ucrania.
Por su parte, Putin se dio un baño de masas ante 200.000 personas en el estadio olímpico de Moscú e insistió en que su ofensiva militar tiene como objetivo “liberar a la población del genocidio”.
En medio del horror, aún hay madres como Olga (foto 6) que aprovechan el silencio de las sirenas antiaéreas para devolver unos minutos de infancia a su hija y llevarla a un parque vacío en Kiev.