- Karla Cortes
Huamantla, Tlax.- Los asilos tradicionales pueden parecer un hospital. Los ancianos enfrentan innumerables dificultades mentales como la depresión cuando viven en un ambiente improductivo sin sus seres queridos. Hay un estigma asociado con lugares como estos que es como el lugar donde las personas se desgastan antes de morir.
Entrevistamos a un adulto mayor que enfrentó diferentes dificultades en un lugar de estos. Para salvaguardar su intimidad lo llamaremos Pedro. Él nos relata cómo recientemente cumplió 15 años en una casa para ancianos que se ubica en la ciudad de Huamantla.
“Llevaba una vida tranquila, pero con la llegada de la nueva responsable empezaron los problemas, sobre todo cuando me preguntaba por mis finanzas”.
Cuando ingresé a este lugar hice un acuerdo para pagar una cantidad, pero de repente me informó que la cantidad que pagaba ya no era suficiente y tenía que pagar más.
La responsable del asilo prácticamente lo interrogaba todos los días sobre sus gastos y sobre todo sobre sus ingresos, ya que Pedro a pesar de tener más de 80 años de edad sigue trabajando en algunas actividades que le dejan algunos ingresos mínimos.
Pero la gota que derramó el vaso, según relata Pedro, fue cuando esta persona realizó un evento para festejar el día de la madre y cobró 250 pesos por cubierto o persona, “era obligatorio comprar el boleto y como no accedí me echó del asilo”.
En este asilo, relata Pedro, hay ocho personas internas, más unas 20 personas que solo van a desayunar y a comer. “Es atendido por algunas voluntarias, pero también hay una cocinera y una recamarera que tienen autoridad, o al menos actúan como si la tuvieran. Lo que no evita que haya malos tratos hacia las personas que están en este sitio, principalmente con ancianos que ya no se pueden valerse por sí mismos, como los que están en silla de ruedas”.
Recordó que cuando llegó a este asilo no se tenía que pagar ni un solo peso, “usted sólo tenía que llevar sus documentos personales. Porque había voluntarias que hacían donativos, así como varios bienhechores que cooperaban y hasta se brindaba servicio médico. Pero todo eso ha cambiado últimamente”.
Pedro aseguró que algo que siempre le ha llamado la atención, es que en época de campañas políticas a este lugar que se supone es de descanso y atención, también acuden los políticos para realizar proselitismo, “utilizan a los ancianos para beneficio de sus propios intereses, ni ahí nos libramos de estos sujetos”, comentó.
“Mi esposa murió hace algunos años y me quedé solo y como no tengo a nadie, pues busqué dónde poder ir a comer. Tengo 87 años de edad y este año cumplo 88 años y sigo trabajando, como lo he hecho desde que tenía unos ocho años. Aunque ahora tengo muchas limitaciones”, finalizó.